Log:. Amistad No. 19
Es indispensable aquietar el cuerpo y la mente, interiorizarnos, olvidarnos de la lucha cotidiana y a través de la disciplina del silencio, penetrar en nuestro templo interno para escuchar la voz del Maestro Secreto, nuestra consciencia, como bien lo expresara un MM:., por quien tengo especial afecto: debemos “Trabajar en expansión”, siendo conscientes de las vivencias que no podemos captar a través de ninguno de nuestros cinco sentidos, sino a través de nuestra capacidad superior de percepción. |
Las personas saben y hablan de lo que hacen y de lo que tienen, pero ignoran quienes son en el fondo. Como dijera el poeta: “Soy un extraño ante mis propios ojos”.
Por esto, es tan importante comprender la trascendencia de aquella invitación que hace el Ven:. Maest:. al iniciar los trabajos: “Silencio y en Logia”. Este silencio debe interpretarse como la capacidad de aislarse de todos los estímulos y problemas externos, aquietarse y agudizar la atención para escuchar la sabiduría interna.
Por lo regular, tenemos tendencia a huir del silencio. Si entramos al carro, inmediatamente encendemos la radio; si ingresamos a nuestra casa, lo primero es encender el televisor o el equipo de sonido. Parece que en el fondo lo que buscamos afanosamente es compañía, no sentirnos solos. Es la constante angustia por cerrar las posibilidades de escucharse a sí mismo, de observar nuestros propios pensamientos y analizarlos, sopesarlos… tenemos miedo de establecer el diálogo con nosotros mismos o tener una mayor vivencia de lo que sentimos o pensamos en un momento determinado. Perdemos así la oportunidad de ser observadores de nosotros mismos y por tanto, de conocernos.
Al no aceptar nuestra soledad, advertimos un vacío e intentamos llenarlo con cosas, posesiones, pero las cosas no pueden llenar el vacío interno…cada vez el vacío aumenta y el hombre nunca se siente pleno.
Cuando el hombre tiene cubiertas sus necesidades básicas, y es capaz de no ser esclavo de lo superfluo, está en camino de adquirir cada vez más libertad, al tener consciencia de que no tiene carencia de cosas indispensables. Como dice el proverbio: “Rico no es el que tiene muchas cosas, sino aquel que siente que no necesita nada”, o como dice también el Dalai Lama: “El hombre que posee demasiadas cosas, termina siendo poseído por ellas”.
Nos dejamos absorber por la rutina, trabajamos en tal horario, comemos a tales horas, jugamos, compartimos con los amigos programadamente, sin detenernos a preguntarnos qué es lo que verdaderamente YO QUIERO HACER AHORA.
El ser humano no debe sentirse predestinado a ser de una determinada manera y resignarse a ello. Si logramos cumplir la orden del Ven:. Maest:. y entrar “EN SILENCIO Y EN LOG:.” podremos escuchar al Maestro Interno y responder muchos interrogantes básicos acerca de nuestro ser: ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Hacia dónde voy? ¿Por qué reacciono así ante un determinado estímulo externo? ¿Por qué encuentro en mí algunas actitudes que no me gustan? ¿Por qué pienso que tal cosa está bien o mal? (Recordemos que los términos BIEN o MAL nos sirven para justificar, pero nunca para comprender).
Otro aspecto importante, es que si logramos empezar a conocernos y por lo tanto a descubrir nuestras fallas, debilidades y errores, o como decimos los Masones: las aristas de nuestra piedra bruta, surge la oportunidad de analizarnos más profundamente y ver cómo reaccionamos ante ése nuevo descubrimiento. Si nos respondemos: “ Es que yo soy así y no puedo cambiar” estamos aceptando nuestra propia impotencia para mejorarnos como seres humanos y nuestra incapacidad para cumplir con nuestros compromisos Mas:.
Freud decía: “EL SILENCIO GRITA”. Cuando en una sesión de psicoanálisis, el paciente está narrando sus vivencias y de repente se queda callado; es en ése espacio donde el paciente y terapeuta llegan con facilidad al conocimiento de las raíces o causas de un conflicto. Y dice Freud que hay regularmente un cierto asombro del paciente ante lo que está descubriendo en ése momento.
En el silencio, el ser humano se quita la máscara, adquiere sinceridad, se mira de frente con sus cualidades y defectos.
La conquista del silencio, la interiorización, el aislamiento de los estímulos externos que nos automatizan, nos hará más dueños de nuestra propia vida, más conscientes de nuestros comportamientos, más responsables y auténticos, más dueños de nosotros mismos y por lo tanto, más libres.
Asumamos la trascendental aventura de conocernos.
Recordemos que “Quien no espera vencer, está vencido” y que aquel que nunca se equivoca es quien nunca emprende nada. Autónomo es aquel que se conoce y puede escoger entre varios caminos, aquel que considera mejor. En el silencio, el ser humano entiende que la paz y la armonía del espíritu solo se pueden encontrar dentro de si mismo y no en el bullicio externo. Así puede aprender a respetar la forma de ser de los demás, se vuelve más compasivo y menos crítico.
Lo esencial no es asumir actitudes contemplativas de tipo seudo-religioso, sino conocer nuestra propia realidad, aceptarla y cambiarla, si es necesario.
Esto nos lleva a adquirir total responsabilidad sobre lo que somos y lo que deseamos llegar a ser. El hombre debe tener ante la vida, la actitud de ser creador de su propia realidad. Somos hoy lo que pensamos, sentimos y hablamos en el pasado… y mañana seremos lo que estamos creando hoy, a través de éstas mismas potencialidades, pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. No somos briznas en el aire que estamos a merced de los caprichos hacia donde soplan los vientos del destino. Somos timoneles de nuestro propio barco.