En esa época supo lo que era la pobreza. “Entonces aprendí más de lo que significa ser pobre que en toda mi infancia en Qunu. Muchos días caminaba 10 kilómetros hasta el pueblo por la mañana y por la tarde, para ahorrarme la tarifa del autobús. Muchos días comía sólo una vez, y rara vez podía cambiarme de ropa. Sin embargo, la pobreza es un potente generador de auténtica amistad.” Ingresa a los 17 años al internado y luego a la Universidad de Fort Hare, los planes de Nelson parecen no coincidir con lo que la vida le tenía preparado. Su intención era acabar su licenciatura y unirse con la
élite de los negros cultos y occidentalizados de Sudáfrica. Pero determinados encuentros con personas y acontecimientos despertaron al joven Mandela a la realidad. Fue aquí donde inició su lucha política contra la opresión del apartheid. Entonces él aprendió una cosa que contrastaba con lo que le habían enseñado en su educación occidental: “Para ser líder hay que ir a la universidad”, observó que muchos grandes líderes destacados que había conocido nunca habían sido universitarios. Fue una época de profundos cambios externos e internos. Obtuvo un pequeño empleo de oficinista y con ello pudo ir costeándose sus estudios en la universidad para acabar su licenciatura.
Mandela conoce judíos, indios, mestizos, blancos y negros que se entienden muy bien, sin que el color de la piel o la cultura tuviera importancia entre ellos. Cuando le preguntaron cuándo se dio cuenta de que debía hacer algo, manifestó: “No recuerdo exactamente cuándo supe que dedicaría mi vida a la lucha por la liberación… No tuve ninguna iluminación, ninguna revelación singular, ningún momento de verdad, sino una continúa acumulación de miles de desprecios, miles de humillaciones, miles de momentos no recordados que creó en mí un sentimiento de ira, de rebeldía, un deseo de luchar contra el sistema que oprimía a mi pueblo. No hubo un día concreto en el que dijera: ‘De ahora en adelante me dedicaré a la liberación de mi pueblo’; pero sí que me encontré haciéndolo, como no podía ser de otra forma”.
Participa activamente en protestas por las injusticias raciales, que provocan su expulsión de la universidad en 1940. Luego se traslada a Johannesburgo y obtiene por correspondencia el título en Artes. Llega luego a Witwatersrand, y obtiene su grado como licenciado.
Trabaja en una firma de abogados, su participación política continúa, y crea en 1944 una rama juvenil del Congreso Nacional Africano, organización que lucha por la defensa de los derechos de la minoría negra en Sudáfrica. Pronto se convierte en el máximo dirigente del movimiento. A partir de 1952, con motivo de la "campaña del desafío", Mandela pasa a defender la unión de los distintos grupos culturales de raza negra, para desarrollar una estrategia común en defensa de sus intereses y en contra de la política del "apartheid". Funda un bufet de abogados, dirigido por negros, ya es muy notoria su oposición al gobierno y su participación en actos radicales. Por ello, el gobierno Sudafricano ordena su detención en diciembre de 1952, aplicando la “Ley de Represión del Comunismo”, en virtud de la cual es condenado a 9 meses de prisión. Más tarde, aunque la condena no es aplicada, se sustituye por la prohibición de participar en actos políticos y no poder salir de Johannesburgo, pena que será constantemente renovada durante 9 años. La condena y el seguimiento por parte de las autoridades no impiden que siga mostrando una intensa actividad a favor de los derechos de los negros.
El juicio de Rivonia. En 1963, es llevado a prisión y se celebra en su contra, el famoso juicio de Rivonia. Es acusado de sabotaje y de pertenecer a la guerrilla, se enfrenta a cadena perpetua o a la pena de muerte. Muchas de las acusaciones son falsas y graves. Los rebeldes se declaran culpables de algunos cargos con el fin de aprovechar la oportunidad de hablar en el púlpito y defenderse de las acusaciones, denunciando la postura del Gobierno. “He dedicado toda mi vida a esta lucha. He conservado el ideal de una sociedad libre, donde todas las personas vivan juntas en armonía y en igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que aspiro alcanzar. Si es necesario, estoy dispuesto a morir por ese ideal”. El veredicto declaró culpables a Mandela y a 7 acusados más, todos condenados a cadena perpetua.
El periodo más oscuro de su vida. A los 46 años de edad, es trasladado junto con sus compañeros a Robben Island, una de las peores cárceles de África. La celda era de 2 M2, oscura, disponía de una esterilla y un par de mantas, Había una débil bombilla y una ventanita de apenas 30 Cmts2. El único consuelo que les quedaba en la cárcel y que les producía cierto alivio era que se tenían los unos a los otros. “La cárcel y las autoridades conspiran para robar la dignidad a los hombres. Pero eso aseguraba mi supervivencia, puesto que por muchos hombres o instituciones que intenten robarme mi dignidad no se saldrán con la suya, porque no pienso cejar bajo ningún precio ni bajo ninguna presión”, palabras y actitud que mantuvo siempre en la cárcel.
Aprendizaje en la Cárcel. A pesar de su encierro, la personalidad y optimismo de Mandela son inalterables, toma las dificultades como oportunidades de vida, enfrenta su encierro en prisión con la claridad ideológica, vislumbra sus propósitos desde una perspectiva, más alentadora y constructiva, aprende a sosegarse, a luchar de otra manera, llegando a la conclusión que es necesario conocer al enemigo, acercarse a él y persuadirlo a negociar con respeto, ello era más efectivo que incentivar una lucha armada. Inicia en la cárcel un estudio profundo de los afrikáners, quienes eran minoría y los principales opresores dentro del grupo de blancos en Sudáfrica, estos eran defensores del apartheid y en esencia sus enemigos directos, aprende su historia, cultura, valores y lengua, con el fin de entender su forma de pensar y actuar, el reto, conquistar a su enemigo para lograr sus objetivos políticos y sociales. Mandela piensa que ganar el respeto de sus enemigos, significará en el futuro la unión del África blanca y África negra, lo esencial es comprenderlos para poder persuadirlos. Entonces inicia un proceso de “revolución negociada”.
Mandela se convierte para Sudáfrica y para la comunidad internacional, en un símbolo de libertad y de defensa de los derechos humanos. En la cárcel continúa exigiendo cambios y reformas, y en cierta ocasión escribe una carta que logra ser publicada en un periódico, en ella hace un llamado a la población para que continúen luchando por la unión y contra la inhumanidad del apartheid.
En los 80 se inicia una campaña bajo el nombre de ¡Liberad a Mandela!, EE.UU. Suráfrica y Europa se unen para exigir la liberación de Mandela sin condiciones. La presión ejercida por la comunidad internacional trae consigo algunas mejoras para los presos de conciencia. Los trasladan de prisión, pueden leer periódicos, ver las noticias y después de 22 años Mandela puede abrazar a su esposa e hijos. El 31 de enero de 1985 se decide que Mandela, pueda salir de la cárcel con la condición de abandonar su lucha. Mandela no quiere su libertad bajo condiciones y por ello la rechaza, su popularidad sube y pone al Gobierno en una situación muy difícil.
El 11 de febrero, de 1990, luego de 27 años de cautiverio, el prisionero No. 46664 sale de la cárcel, victorioso, dispuesto a seguir luchando por ideales y propósitos superiores. Su leyenda trasciende dentro y fuera del país. Mandela obtiene el premio nobel de la paz en 1993, lidera su partido político en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial, meta que consigue en 1994 con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal, siendo elegido democráticamente Presidente de Sudáfrica... luego vendrá la Copa Mundial de Rugby de 1995 y 15 años después, Clint Eastwood narra esos momentos de modo magistral en "INVICTUS", una película que revive la discriminación racial y cuenta cómo las leyes, establecen zonas exclusivas para los blancos, negándole a los negros la entrada a las escuelas, hospitales, parques públicos y por supuesto al deporte, cuenta como la segregación y el racismo cultivan odios, rencores generacionales y cruentas venganzas. La cinta demuestra que se puede quebrar ese círculo de violencia: el ex prisionero, decide perdonar a sus verdugos, y como presidente lucha por la unión y bienestar de todo el país. Respeta las ideas y decisiones de cada uno, pero no teme ejercer su papel de líder para señalar el camino y corregir lo que cree está mal. Con voluntad férrea, sonrisa honesta, y fuerza sobrehumana, usa todos sus conocimientos para diseñar un nuevo país, en el que cobre vigencia y eficacia el concepto de bien común.
El Campeonato Mundial de Rugby es el proyecto perfecto para que Mandela junto al capitán del equipo Sudafricano una a blancos y negros, el deporte vuelve a poner al país, en los ojos del mundo. Esta vez Mandela no está en el poder, pero si en la mente de todos los Sudafricanos sin importar su raza. Sobre este ícono llamado Mandela, el periodista Sergio Ramírez dice: "al término de su período decidió no quedarse un día más, y dio paso a la escogencia de su sucesor, renunciando a la reelección y abandonando el poder en la plenitud del mismo, y de su prestigio mundial. Se apartó con humildad, y en su cuenta no hay abusos de poder, ni actos de corrupción, ni discursos huecos, ni bufonadas, sino la visión de un hombre que quiso construir un país democrático y unido, más allá de las fronteras raciales, buscando la reconciliación con la minoría blanca para tener una sola y gran nación. Un estadista verdadero, que basó su sentido del poder en la ética, y en la lealtad a sus principios, el mismo cuando estaba en la cárcel que cuando estaba en el palacio presidencial".
Mandela los 94 años acaba de vencer otra batalla, esta vez contra una afección pulmonar. Hoy con la satisfacción del deber cumplido, espera que su ejemplo de vida, sea un referente para el futuro de la humanidad.