Pitágoras No. 28
Es posible que esta última pregunta sea afirmativa pero no es un proceso pasivo, es probable que sea efecto de la sociedad.
Alvin Toeffler en su libro “La tercera ola” piensa que en realidad en los tres grandes cambios que ha tenido la humanidad, sus valores eran muy diferentes:
En la segunda oleada, la industrial. Dios estaba matriculado en una religión, matar estaba institucionalizado (en casi todos los países existía la pena de muerte) o a quienes pretendieran amenazar al país o al reino. Robar también estaba institucionalizado a través de los gobiernos que tenían colonias y las explotaban inmisericordemente, bien y mal ya no eran simples adjetivos eran entes propios con sus ejércitos, por una parte los ángeles y por otra los demonios, y el objetivo de vida, era servir a Dios a través de sus representantes en la tierra: las Monarquías o los Estados.
En la tercera ola, la de tecnología, Dios es el dinero –Matar es potestad de los gobiernos más poderosos que se enfrentan a otros gobiernos y robar también esta institucionalizado a través de las multinacionales. A nivel individual el bien está basado en el consumo:
“Toda nuestra organización económica, descansa sobre el principio de la producción y el consumo en masa. Mientras en el siglo XIX la tendencia general era a ahorrar y a no permitirse gastos que no pudieran pagarse inmediatamente, el sistema contemporáneo es exactamente lo contrario. Todo el mundo es incitado a comprar todo lo que puede, aún antes de haber ahorrado lo suficiente para pagar sus compras. La publicidad y todos los demás medios de presión sicológica estimulan la necesidad de un consumo mayor”1
Por otra parte la masificación: “Los hombres trabajan juntos. Entran a miles en las fábricas y en las oficinas y llegan en autos particulares, en trenes subterráneos, en autobuses; trabajan juntos a un ritmo que señalan los expertos, con métodos que formulan los expertos, ni con demasiada rapidez no con demasiada lentitud, pero juntos: Cada uno forma parte del todo. Por la tarde la corriente fluye en sentido inverso; Todos leen los mismos periódicos, escuchan la radio, ven películas y los mismos programas de televisión, lo mismo para los que están en la cumbre que para los que están en el primer peldaño de la escala, para el inteligente que para el estúpido, para el educado que para el ineducado. Producen, consumen, gozan juntos, sin suscitar problemas. Ese es el ritmo de su vida.”2
El objetivo de vida ha cambiado. Para la mayoría de la sociedad, este objetivo se ha vuelto más concreto, más inmediatista, más ligado a las cosas materiales, la idea de bienestar en la vida está en lo que poseemos y los ideales están en lo que se debe conseguir, hemos ido asimilando la propaganda que recibimos en cada momento. El bienestar esta en tener el mejor carro, el último dispositivo electrónico, en viajar en primera clase, ir a los mejores restaurantes, el status social está en lo que podamos demostrar que poseemos. La vida se vuelve una competencia por conseguir dinero y con ello productos:
“Pero lo que el hombre típicamente moderno desea es ganar más dinero en vista la ostentación, al esplendor, al deslumbramiento de los que han sido sus iguales… Además, el dinero que se gana es la medida aceptada del talento…”3
La carrera por conseguir estos productos no tiene fin, pues al poco tiempo de conseguir lo que se supone que es lo último y lo mejor, aparece otro con bastantes mejoras. Esto para la clase media, los pobres son inmediatistas porque suficiente tienen para preocuparse de adquirir la comida del día, en ellos es la lucha diaria por la supervivencia.
Lo peor es, que es la educación que estamos dando a nuestros hijos, pues para una celebración de cumpleaños, de navidad, le preguntamos que les gustaría de regalo y ellos que están pendientes de la propaganda nos tienen una lista de los últimos dispositivos de juego.
Les estamos enseñando que el afecto se mide por los regalos que le conseguimos, lo importante es lo que sea adquirido y ellos lo aceptan y se sienten felices o desgraciados respecto de sus compañeros en la medida que han adquirido cosas, las celebraciones no están para disfrutarlas como una forma de compartir con familiares y amigos sino en la curiosidad y la ansiedad de saber que tanto pueden adquirir de lo que pidieron.
“Los niños americanos comprenden muy pronto que esto (el dinero) es lo único que cuenta y no se preocupan de la educación que no tenga posibilidades pecuniarias.
La educación solía concebirse como un perfeccionamiento de la capacidad de goces, entendiendo por goces, los más delicados que no eran asequibles a la gente sin cultura. En el siglo XVIII, una de las características de gentleman era el poder degustar y entender la literatura, música y pintura, hoy podemos no estar de acuerdo con sus gustos, pero no caben duda que eran sinceros.
El hombre rico de hoy aspira a ser totalmente distinto. No leen. Si quiere tener una colección de cuadros, que aumente su fama, se deja guiar por los técnicos en su elección; el placer que les produce no es el de mirarlos sino el de impedir que otros ricos lo posean”.
No estoy pidiendo que entremos en un período de austeridad, sino que busquemos una forma de enseñarles a nuestros hijos que hay otros valores para disfrutar la vida y que es importante el respeto a nuestros semejantes y a la sociedad en la que convivimos, que el amor es bastante más que la entrega de un regalo.
Si seguimos en esa tónica, nunca vamos a poder desarrollarnos como país. Estoy convencido que una causa importante de nuestro subdesarrollo es esa actitud tan egoísta de buscar nuestro beneficio antes que el de nuestro país, si no pensamos en sacar en equipo a nuestro país nunca vamos a lograr sacarlo adelante.
Bibliografía
1 V: EL HOMBRE EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA: Cambios sociales y económicos en “Psicoanálisis e la sociedad contemporánea, Erich Fromm
2. Ibid.
3 Capítulo III: Competencia en “La conquista de la felicidad”, Bertrand Russell.