Pero Juárez es más que eso, a él debemos como estado de la federación la inédita experiencia, en su tiempo, del voto universal en una elección de gobernador. Permítame analizar la cuestión.
Se debe reconocer que el México naciente no tenía ninguna experiencia ciudadana y menos electoral porque en la nueva España la autoridad era designada por la corona española.
Consumada la independencia, aclimatada la franc-masonería en México, los libros llegaron. Se leía el diccionario filosófico de Voltaire, quizá también la enciclopedia. Tímidamente se fue formando una conciencia emancipadora, porque también existía de manera exacerbada el sentimiento religioso.
México conoció inicialmente como forma de gobierno una monarquía constitucional moderada, aunque la lucha de guerrero logró que las fuerzas progresistas de la época aceptaran la creación de una república. Poco tiempo después el poder supremo en México se dividiría en ejecutivo, legislativo y judicial, como quedó plasmado en la constitución federal de los estados unidos mexicanos del 4 de octubre de 1824.
Para las elecciones de la época, había un problema: la falta de claridad de quiénes serían ciudadanos. Otro problema era la falta de un sistema para nombrar a las autoridades de los tres poderes.
En el caso de los diputados, la elección se hacía con base en juntas primarias o municipales, quienes elegían a electores primarios; a las juntas secundarias o de partido, acudían estos electores nombrados en la primera instancia y en ellas se designaban los electores que acudirían a las juntas provinciales y éstas, se encargaban de nombrar el número de diputados de la provincia, según el número de habitantes. Este sistema de elección se llamó de elección indirecta de tercer grado.
Juárez, con una formación liberal que va tomando forma en el instituto de ciencias y artes, donde recibe una formación como jurista muy revolucionaria en su tiempo, de su maestro, el abogado Manero Embides, recibe dos tesis de derecho constitucional muy importantes: “los poderes constitucionales no deben mezclarse en sus funciones. Debe haber una fuerza que mantenga la independencia y el equilibrio de estos poderes. Esta fuerza debe residir en el tribunal de la opinión pública” y la conveniencia del sufragio directo.
Juárez, llega a ser Gobernador por primera ocasión. Pero es llamado a México para desempeñar un cargo de importancia nacional. Pronto se va a involucrar en un movimiento más fuerte y de gran trascendencia, que lo va a llevar incluso al exilio.
A nivel de país, para 1833 “la necesidad de la reforma estaba en la conciencia de todos los laicos ilustrados y de no pocos sacerdotes”, algunos de ellos verdaderamente ardientes y radicales, como el dr. Mora, nos señala justo sierra. En esos tiempos, el partido liberal era una minoría y así se mantuvo en la guerra de reforma. Solo la intervención francesa y la lucha por imponer el imperio en México, agruparon a la masa social en torno de la bandera republicana y permitió transformar al partido liberal en partido nacional.
En este largo período de la vida nacional Juárez se vuelve el centro de un pensamiento y de una acción realmente revolucionaria para la época.
Cuando Juárez, en 1857, regresa a Oaxaca como gobernador interino, implementa por primera vez el voto universal y directo para la elección de gobernador del estado de Oaxaca. En carta remitida a Matías romero le dice: “remito a usted la convocatoria que he expedido para elecciones de nuestro estado. Ya verá usted que he establecido la elección directa para gobernador. Así los pueblos elegirán libremente y sin obstáculo al que mejor les convenga”1, elección en la que él resulta vencedor y que significa que es el primer gobernador de la república mexicana, electo por el voto universal y directo. Remarco este papel de Juárez, porque transforma el sistema político electoral del estado, lo democratiza y abre la participación masiva del campesinado indígena, de los trabajadores y de los pequeños artesanos de las ciudades.
Esta es historia que no debemos olvidar. Este es el Juárez que después encabezará el movimiento de reforma y a quien México debe, junto con los liberales de la época, la esencia de la constitución de 1857.
Conmueve cuando recordamos la figura de quien dio forma a México y después, por su defensa por la patria nos dio una lección histórica de luchar, por encima de todo, por la defensa de los derechos de los pueblos y de los hombres que quieren vivir en libertad.