Vivimos y perduramos en este divino mundo de nuestra existencia tiempos en los que la religión intenta con fervor y esfuerzo volver a gobernar territorios hace tiempos conquistados por la política. No es afán novedoso pero resulta preocupante como algunas democracias aceptan ver mermada y las que lucharon la mayoría de las civilizaciones nacieron y se desarrollaron en torno a un mito imaginario fundacional que servía para organizar las vidas de sus miembros al tiempo que aislaba el hecho político, dejándolo en un segundo plano siempre tutelado por la divinidad. No parecía posible perturbar el orden de dichos designios hasta que en la Europa del siglo XVI se abrió la grieta o rendija por la que se filtraría la separación de la política y la religión a la que obedecen nuestras democracias que posibilitó la convivencia de acuerdo con las leyes creadas por los hombres en lugar de las leyes de algún Dios. |
Por Polo Yesid Mariño“Cultores de la Acacia 77” Siguiendo la estirpe o casta intelectual de Hobbes, Locke, Rousseau, Hume, o Kant, nos ayuda a comprender la magnitud o dimensión de este desafío o reto y el precario equilibrio que lo sostiene, pues el impulso de volver a unir lo que una vez separó el hombre reaparece con frecuencia en la historia del pensamiento europeo y muy especialmente en la mitad del siglo XX, cuando el intento de conciliar la política con la religión, originó peligrosos mesiánicos de mortíferas consecuencias.
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March 2013
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