Como me lo prometí, hace diez años aproximadamente, soy masón. En este lapso dentro de la Orden me he encontrado con una gran cantidad de hermanos, fraternos, intelectos, solidarios, filantrópicos, progresistas, de avanzada y cultores de la verdad, es decir he vislumbrado verdaderos Libre Pensadores, pero, cierto es que, también he encontrado muchos hermanos que ponen en tela de juicio la capacidad de su intelecto humano para llegar a la verdad o para ver la realidad de las cosas que suceden a diario dentro de nuestra institución, personas que no les importa lo que este pasando en la masonería Colombiana, que son indiferentes, apáticos, insensibles, fríos y ausentes y que simplemente se adecuan o acomodan de acuerdo a su beneficio personal, ellos son los escépticos.
Veo con mucha preocupación y sin ninguna clase de pesimismo, que nuestra Orden poco a poco va perdiendo a hombres valiosos a hombres con criterio, con independencia de pensamiento y de carácter, a hermanos que no temen decir la verdad con el mayor respeto pero con el mayor razonamiento y discernimiento, observó con preocupación que al interior de nuestra Orden se ha disminuido el trabajo en los talleres, se han traído vicios profanos, se busca el negocio y el lucro personal antes que la fraternidad, se delibera y se toman determinaciones en Gran Logia con menos del 12% del total de Delegados, los contradictores y aspirantes a la Gran Maestría no volvieron a la Asamblea de la Gran Logia, no existe un control político de legalidad ejercido por la Asamblea General. En mi sentir hay una apatía y un escepticismo por parte de muchos de los hermanos.
Por eso, hago un llamado fraterno y sobre todo respetuoso a todos los hermanos, para que dejemos atrás el escepticismo y lleguemos renovados el próximo año a sacar adelante nuestra institución con verdadero sentido de compromiso, de pertenencia y de amor por que los principios de la masonería sean una realidad y no una utopía, porque no seamos simples espectadores y tomemos un rol protagónico en nuestra Orden, en otras palabras a veces es preferible un fanático porque defiende su verdad a toda costa, que un escéptico que no le interesa lo que pase a su alrededor a menos, eso sí, que se le vayan a tocar sus propios intereses.