Su nombre según nuestra mitología indígena proviene de la unión de las palabras chim (Dios), gua (serranía) y za (noche) “Serranía del Dios de la noche”, por su connotación sagrada en la cultura Muisca.
Los miembros de la Resp:. Log:. Galileo Galilei No. 23, junto a sus familias, abordaron en Bogotá a las 6.30 a.m. de un sábado lluvioso del mes de febrero, el bus previamente alquilado, que llevaría a sus 33 ocupantes a iniciar una aventura extraordinaria: conocer el paramo de Chingaza, calificado como uno de los más bellos del mundo, que aporta el 80% del agua a la ciudad de Bogotá, cuyo recurso hídrico es considerado de la mejor calidad a nivel mundial.
Después de una hora aproximada de camino y previamente haber parado en La Calera, para mecatear, llegamos a la entrada del Parque Nacional Chingaza, en donde sin excepción alguna descendimos del bus para escuchar una corta charla dictada por los guardas del parque con el objeto de tomar conciencia sobre el lugar que ya empezábamos a conocer.
Ya al interior del vehículo nos abordó un ingeniero de la E.A.A.B. que nos acompañaría y guiaría por el páramo, de una manera amena y gentil, el resto del día, entonces conocimos la génesis indígena del nombre Chingaza, además, que el lugar es catalogado como una verdadera fábrica de agua, que se pueden observar más de 40 lagunas de origen glaciar, que el parque está ubicado en la cordillera Oriental de los Andes colombianos, (selva Andina y sub Andina) en los departamentos de Cundinamarca y Meta y que en el área occidental del Parque, predomina el páramo con gran presencia de lagunas y humedales.
Observamos la bella flora colombiana destacando los frailejones endémicos, los cuales crecen incluso dentro de los bosques. En las inmediaciones de la laguna Chingaza se han registrado al menos 383 especies de plantas, y se estima que pueda sobrepasar las 2.000 especies, existen ocho especies de musgo de pantano que son maravillas ecológicas en cuanto a la conservación de la humedad ambiental, pues pueden absorber hasta 40 veces su peso en agua. A una altura de 3.400 Mts. Aproximadamente y con un sol radiante gracias a nuestro día de suerte y a que en el Páramo predomina el Clima de los Llanos Orientales (Verano en Enero y Febrero, luego llueve todos los días, de Marzo a Diciembre), continuamos con nuestra aventura.
De pronto al interior del bus todo fue algarabía, pues al lado del camino observamos una especie reportada para Colombia en peligro de extinción, efectivamente no le quitábamos los ojos a los venados colorados y otros de cola blanca, que parecían saludarnos por nuestro paso por el parque, después fue algo normal verlos en el camino y nuestra atención ahora se fijaba en encontrar un oso negro de anteojos, otra especie en vía de extinción, algo difícil, pues el ingeniero nos contó que en 5 años, sólo los había visto en dos o tres oportunidades.
Al cabo de 45 minutos, llegamos a la represa artificial de Chingaza, obra construida en el gobierno de Turbay Ayala, en donde conocimos el uso e ingenio de la Tecnología Colombiana, y la avanzada infraestructura con que cuenta la E.A.A.B., para que los bogotanos gocemos todos los días de agua potable. En la represa zarpamos a través de una pequeña embarcación, el objetivo llegar a la laguna sagrada, después de un cuarto de hora desembarcamos, llegamos a las compuertas de la represa, juiciosamente vigiladas por el Ejercito Nacional de Colombia y observamos en el cielo, el alto y tranquilo vuelo del Cóndor de los Andes.
Retornamos a tomar el bus y luego de visitar otros sitios de interés como, caídas naturales de agua, el valle de los frailejones y pequeñas lagunas, vimos a lo lejos la imponente y sagrada laguna natural de Chingaza (la Desfondada). Nos sentíamos privilegiados de conocer este lugar de leyenda, estuvimos allí durante media hora, algunos conversamos a solas con ella, otros, la tocaron y finalmente todos posamos para la foto de rigor.
Volvimos al campamento, compartimos el almuerzo y más tarde regresábamos a casa, regocijados, llenos de paz espiritual, mentalizados y conscientes del deber de cuidar y mantener nuestros recursos naturales. Fue un día de familia, de fraternidad y de mucho conocimiento. En la noche, cuando llegamos a Bogotá, nos enteramos que ese día no había parado de llover en la ciudad. Realmente fue una aventura maravillosa.
Agradecimientos al Q:.H:. William Garzón por tan excelente invitación.