Galileo Galilei No. 23
Históricamente, la piedra bruta es el antecedente lógico que nace operativamente como objeto de estudio inicial de los collegia fabrorum romanos o de las canteras de los constructores de catedrales góticas en la Europa medieval. Simbólicamente puede ser el objeto de la elaboración artística renacentista en su estado de maduración, el instante previo a la inspiración, el instante previo de la luz. Mitológicamente la piedra bruta puede ser la expresión amoral de los dioses griegos Atlante y Prometeo que manifiestan vidas de lucha por ciertos ideales (si no tomamos partido nuestros ideales se petrifican pero si pensamos y actuamos libremente nos convertimos en semidioses), enfrentados al destino por su honor, Atlante por cargar el peso del mundo en su espalda por toda la eternidad por orden de Zeus ante su rebelión contra los dioses del Olimpo, y Prometeo encadenado para ser comida de buitres y aves rapaces por querer dotar a la humanidad del fuego, de las artes y de las ciencias. En síntesis, la piedra bruta es el peso del mundo del aprendiz, todo lo que carga y lo mantiene en desnudez de razón, pero también es la materia para su liberación a través del estudio de las artes y las ciencias en relación con el simbolismo masónico.
Pero no en todo sentido la piedra bruta es inercia o aceptación pasiva, es también una invitación a pulir la imperfección de la cual estamos todos provistos en el mundo profano, es el arte de la albañilería especulativa que toma su propia alma ad portas de parir el mundo moderno sus dulces causas, la cual le da forma para esculpir una nueva estatua con un material harto impuro casi como el cobre o el estaño con el fin de convertirlo en oro puro, un oro eficaz para la filosofía del espíritu laico o el simbolismo libertario que prescribe la piedra filosofal, empero oscuro para los ojos ciegos que miran el mundo únicamente de manera exotérica envuelta en roca y materia inerte, o como aquellos que miran el mundo como un templo profano de culto al ídolo en piedra cargado de superstición y ajeno del reinado de la razón. Ergo, es cambiar día a día errores por valores, instintos por voluntades, egoísmos por fraternidades; en sí, es un proceso axiológico (valores) y praxeológico (coherencia entre fines y medios) para toda la vida, por eso sin importar el grado en la masonería todos somos aprendices del valor que nos hace libres y de la coherencia que nos hace verdaderos.
Es menester decir que la piedra bruta es la propia mente del aprendiz, tiene grados de maduración y que dista mucho de la armonía y la divinidad propia del G:. A:. D:. U:. lo cual es la misma perfección, pero el aprendiz empujado por insania o por intuición similar a la de Erasmo de Rotterdam comienza a elaborar su arte mental para intentar alcanzar, aun si no fuera posible, dicha divinidad en esta corta vida. Pulir la piedra bruta es entonces análogo a imprimir voluntad para la evolución mental basado en métodos y símbolos y reconociendo el estado de imperfección del aprendiz en todas sus caras con el anhelo de ser la pieza maestra de un futura construcción masónica.
Finalmente, como eternos Apr:., debemos reconocer nuestro estado o condición de piedra bruta en camino de mejoramiento diario a partir de la interpretación de los símbolos acordes con el grado. Con el paso del tiempo nos puliremos y con estudio, dialéctica y mayéutica masónica considero que ascenderemos un modesto y humilde escalón.